Aunque he intentado varias veces seguir escribiendo sobre la muerte de Vicente no he podido.
Tal vez ahora pueda terminar de narrar estos hechos.
Fui a ver su nicho a mi pueblo, al que no iba desde hacía 5 años, y al menos ya no lloré desconsoladamente durante días, como solía hacerlo. Me limité a contemplar y leer su placa, y por primera vez, después de 14 años, sentí paz y sosiego, en vez de dolor.
Por eso creo que es el momento de continuar escribiendo.
Siento que mis lectores lleven esperando tanto tiempo para seguir esta lectura.
Gracias por vuestra fidelidad y comprensión.
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