martes, 5 de junio de 2007

HECHOS 1_Urgencias 14/06/1994

Mi esposo, Vicente Morillo Monje, de 45 años de edad, tenía implantada una válvula aórtica de Hancock desde el 17 de noviembre de 1979.

Comenzó a sentirse mal la noche del 14 de junio de 1994.

Devolvió la cena sin digerir.
Le dolía la cabeza, cosa que no era frecuente en él.
Pero no tenía fiebre.

Por la mañana seguía sintiéndose peor.
Tosía y echaba algunos esputos espumosos y rosados.
Acudimos al servicio de Urgencias a la Clínica Moncloa en la Avenida de Valladolid, Nº 83.


Cuando le operaron por primera vez estábamos asegurados en SANITAS.
El doctor Gabriel Artero Girao lo operó en la Clínica Ruber.
Nosotros no eramos ricos.
No hubíeramos podido permitirnos los servicios de aquella clínica.
Pero mi esposo era funcionario del estado.
Era Catedrático de Dibujo en el Instituto de Enseñanza Media, Mariano José de Larra.
Y pertenecía a MUFACE.
Por lo tanto podía elegir entre ser atendido médicamente por la Seguridad Social o por una entidad privada.
Él eligió SANITAS cuando se enteró que el Doctor Artero trabajaba para ellos.
Oyó hablar de que era un cirujano cardíaco muy bueno y quiso que él le operara.
Aquella operación salió muy bien.
Vicente se incorporó a trabajar antes del mes de haber sido implantada su válvula.
Pero aquella válvula debía ser sustituida a los 10 años por otra mecánica.

Aunque había tenido amagos, el cardíologo que le seguía esperó hasta ver que ya era imprescindible el cambio de dicha válvula porque era una operación de riesgo.
Mandó hacerle un eco-cardiograma en enero de 1994 y empezar a prepararle para la operación.

En algunas pruebas que le hicieron descubrieron que tenía litiasis (piedras en la vesícula).
Después de varios estudios realizados en abril de 1994 decidieron que dicha operación se realizaría cuando terminara el curso escolar.
Usarían la nueva técnica de “la paroscopia” porque entrañaba un riesgo menor para él.

El cambio de su válvula se pospuso para después de su restablecimiento.


El día 14 de junio de 1994, Vicente fue conduciendo su propio coche hasta la clínica.
Llegamos sobre las 10:00 de la mañana.
Fue atendido por un joven médico de guardia, Doctor Muffak Manla Barudi.
Le chequearon con 2 radiografías y un electro-análisis.
Sobre las 14:00 horas el doctor Manla me dijo que no tenía nada importante por lo que no necesitaba mayor observación.

Yo le insistí:

- "Doctor, Vicente, lleva la válvula puesta desde hace ya 15 años, y yo creo que le ha fallado. Oigo en su pecho un ruido extraño que jamás ha tenido antes. Se le oye un roce en la respiración acompañado de burbujas. Y tiene el esputo rosado. Debería usted dejarlo aquí, en observación. Yo estoy muy preocupada…"

El doctor Manla me dio una palmadita en la espalda y con cara de “vaya quiere saber más que el médico”, me dijo:
- "Tranquila. Sólo es un simple resfriado. Y si se pone peor vuelva a traerlo."

El doctor escribió en su informe: “No se observa patología urgente”.

Después de habernos pasado casi toda la noche sin dormir.
Sin tomar ni el desayuno, ni beber en toda la mañana (por si necesitaban hacerle análisis de sangre) regresamos arrastrando los pies hasta el coche.
Estaba aparcado al sol.
Era un horno por dentro.
Lo movió a la sombra y esperamos una media hora a que se enfriara.
Estaba muy pálido, sudoroso y tenía una tos seca.
Yo le sugerí que llamáramos un taxi.
Pero Vicente era de esas personas que llevan el coche hasta cuando van al servicio y muy difícil de convencer.

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